HABLAR POR NO CALLAR...
Mientras nosotras tomábamos
un café yo le preguntaba ¿cómo va el trabajo? Y ella me volvió hablar de la
dureza de trabajar en una casa de acogida de mujeres maltratadas, y que poco
quedaba de la docilidad de aquellas primeras mujeres que lo habían perdido
todo, desde la dignidad, sus propiedades, y muchas veces hasta la familia.
Ahora las cosas son
diferentes, los recortes del gobierno hacen que una mujer que aparece allí después
de ser maltratada, se plantee volver con el marido porque ya las ayudas no son
las mismas, y después de pocos meses te echan a la calle, y hay que buscar
trabajo (la mayoría no lo encontraran) y volverán a sufrir después de perderlo
todo y ser víctimas del maltratador que ya sabe que las tienen en sus manos, y serán
prisioneras de sus maltratos de por vida.
Osea que no debemos ir a
esas casas que antes ayudaban, debemos quedarnos en casa, que el matratador nos pise la
cabeza a diario, y esperar la muerte… plácidamente ¡¡¡ qué horror!!!
La mujer no tiene
derechos, y menos ante la ley que como siempre ampara al maltratador sin más
justicia que la suya.