LA PRIMERA VEZ
Recuerdo la primera vez que me dio el primer empujón después de
amenazarme varias veces de que saldría por la ventana... Pensé, le pongo
nervioso, no calló a tiempo, soy vaga y me duermo en los laureles...
La segunda vez pensé, no merezcos ni sus miradas, el llega de trabajar y
tu estas fea, y apenas te has arreglado, lo incitas a pegarte, y por eso se va
por las noches, abandona su casa por tu culpa, eres mala mujer...
La tercera, cuando llego a casa y yo estaba arreglada me dijo... A dónde has
estado, yo no quiero una modelo que desaparezca de " mi casa" a saber dónde, que se gaste " mis
dineros " en pinturas, o en las rebajas, o se tome un café que no te has
merecido...
La cuarta vez me dijo, a ver si te crees que voy a mantenerte sólo por
darme un hijo, ni te lo creas, no quiero niños llorones y mocosos, no quiero
verte gorda, no quiero que salgas, eres un adefesio, yo no me case contigo para
eso...
Y ya no volvió a decirme nada, sólo pensaba en trabajar y me daba un
tortazo, así, por sistema, y yo pensaba... Será por lo fea que soy, o por lo
guapa, o por no arreglarme, o por ducharme cada día, o por ponerme un vestido
blanco, o amarillo, o azul, ya no sabía que pensar...
Entonces apareció la luz en mí porque le quería, y no podía pensar que
era porque había dejado de quererme, yo siempre tenía una excusa para su
maltrato...
Y empezó a dolerme todo, pero no los golpes, sólo su dejadez, su
abandono, sus voces, porque supe que solo quería verme muerta, y él no quería
emplear sus manos, se las mancharía con mi sudor, mi sangre, o mis lágrimas, y
decidió que yo sola hiciese ese trabajo, que yo me deprimiese y me tirase por
la ventana, o me tomase mil pastillas, o más directo... Una botella de lejía.
Y aunque lo pensé mil veces me falto valor, mi hijo me mantenía atada a
él, a su vida, y a mi muerte...
Ahora
nada, no esperó nada, mientras crece mi hijo... No siento nada, espero, y sueño
con la libertad de otro mundo mejor.